DÉCIMAS
Ávidos de venganza, los miembros del consejo gomero, órgano de mayor autoridad en la isla, se reunieron una noche del invierno de 1488 en unas rocas dentro del mar, no muy lejos de la orilla de Taguluche. Manuel Roldán lo describe así en sus décimas:
Vino la noche y con ella
la luna serena y clara,
no hubo nube que turbara
los reflejos de aquélla,
fue una noche muy bella,
trágica, quieta y serena,
tres hombres van por la arena
hacia la orilla del mar,
los tres se echan a nadar
sin una pizca de pena.
Con silencioso respeto
a los tres se ve nadar
y al poco rato trepar
a la Baja del Secreto.
Dijo Hupalupo, «completo,
tendremos nuestra asamblea
aquí, no hay madre que vea,
gracias a Dios puedo hablar,
libremente respirar
y triunfar nuestras ideas.»
Hupalupo, jefe del cantón de Orone y el más sabio de los consejeros, propuso acabar con las vejaciones de Peraza de una vez por todas, a lo que Hautacuperche (o Pedro, según las décimas) respondió declarándose cabecilla de un ataque sorpresa:
Yo mataré a ese bandido
y el alma le arrancaré,
de su sangre beberé»,
dijo Pedro enfurecido,
«este perro ha pretendido
deshonrar a mi adorada,
a esa flor pura y sagrada
a quien venera mi pecho,
yo vengaré ese mal hecho
o de mí no queda nada
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Muerto Hernán “El Joven”, el próximo objetivo inmediato de los gomeros era su esposa, la condesa Beatriz de Bobadilla. Por suerte para ella, su sirviente entendió el silbo gomero que llegó hasta la Torre de San Sebastián en la que vivían.
La noticia circuló
por el silbo con presteza,
diciendo que a la Condesa
de matarla se acordó,
la Condesa se enteró
por medio de una criada
gomera y muy estimada
que el silbo pronto entendió
de modo que la enteró
sin que ella supiera nada.
A Gran Canaria mandó
aprisa una carabela
y que fuera a toda vela
por auxilio que pidió.
Ella al punto se encerró
en la Torre bien trancada,
al momento fue sitiada
por cantidad de gomeros.
Los bravos jóvenes fueron
por ver si la derribaban.
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