LA REBELIÓN DE LOS GOMEROS
Aún hoy perdura en la memoria colectiva la rebelión de los gomeros. Los cronistas cuentan que el Conde Fernán Peraza El Joven, señor territorial de La Gomera, cayó muerto en 1488 cerca de una cueva de Guahedum, en lo que hoy es el término municipal de San Sebastián. Hoy en día, más de quinientos años después, muy cerca del lugar de los hechos, un caserón se yergue al borde de un barranco con un letrero que reza ‘Restaurante Degollada de Peraza’.
El sangriento suceso descrito en el cartel provocó el inicio de la famosa rebelión de los gomeros o el episodio histórico que ha dejado una huella más profunda en el imaginario colectivo de los isleños. Las crónicas no son muy extensas, pero han sabido perpetuarse a través de la tradición oral y de versos como los de Lucas Mesa Cabello en su “Romance a La Gomera”:
La Gomera tuvo historia pero no se la escribieron.
La historia de La Gomera se mantiene en el silencio:
el motivo no lo sé, pero yo me paro y pienso:
pueblo que no tenga historia, para mí es un pueblo muerto.
La población canaria que retornó de su éxodo a Cuba a principios del siglo XX no se vino sola; trajo consigo influencias culturales como el punto cubano. Muchos poetas populares de La Gomera cambiaron las coplas por las décimas, estrofas de diez versos octosílabos. Por ejemplo, el poeta de Valle Gran Rey Manuel Roldán, quien compuso en torno a 1930 las Décimas sobre la legendaria Baja del Secreto y Torre del Conde.
Se dice que Hernán Peraza “el viejo”, conquistador de la isla, acordó la paz con los antiguos gomeros de las demarcaciones territoriales (o cantones o bandos) de Ipalán y Mulagua. El conocido como Pacto de Colactación consistía en beber leche del mismo recipiente de arcilla (o gánigo) y convertía en hermanos a los castellanos y los indígenas.
Más adelante, el ya mencionado nieto del conquistador, Hernán Peraza “El Joven”, ratificará este acuerdo bebiendo nuevamente del gánigo. Pero Hernán, que el investigador austriaco D. J. Wölfel bien hará en describirlo como un «hombre sin conciencia, soberbio y brutal», incumple el pacto al esclavizar a parte de los gomeros y consumar una relación amorosa con la canaria Iballa, relación que los gomeros condenan como incestuosa debido al hermanamiento que sellaron bebiendo del gánigo.
Marín de Cubas, en cambio, narra que Hernán sí aceptó disfrazarse de mujer y salió corriendo, todo lo rápido que la falda le permitía, hacia el paje que le esperaba junto al caballo. Iballa se dirigió al criado en la lengua tamazigh: “ahehiles huxaq esaven tamares”, que según Cubas significa “huie que estos ban por ti”. Estas palabras pasarían también a la historia de la música gracias a la canción que le dedica el Taller Canario:
Pese al grito de auxilio de Iballa, el sirviente monta él solo en el caballo y escapa por su cuenta. Mientras el castellano ve cómo se aleja a galope su última esperanza, Hautacuperche lo alcanza y lo mata por la espalda. Cuentan entonces que por los barrancos gomeros pudo oírse un silbo de victoria que decía: “¡ya el gánigo de Guahedum se quebró!”. Era el comienzo de la rebelión y, a su vez, del fin de la poca libertad que les quedaba.
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